jueves, 3 de noviembre de 2016

¿Quién se ha llevado mi queso?


Querido diario:


Hoy, aunque he estado mala, le he preguntado a mis compañeras qué había que hacer, y me han dicho que había que leer "Quién se ha llevado mi queso" y hacer una reflexión.

Es un libro de motivación escrito por Spencer Johnson en el estilo de una parábola, describe el cambio y las cuatro reacciones típicas que conlleva este: resistirse por miedo, aprender a adaptarse, detectar pronto el cambio y apresurarse hacia la acción. El cambio lo sufren dos ratones liliputienses y sus búsquedas del queso.

La narración comienza presentando a cuatro personajes, Fisgón, Escurridizo, ratones, y Hem y Haw, liliputienses, y sus búsquedas del queso a través del laberinto, que representaría la vida, los ratones buscan un simple queso, mientras que los liliputienses representan cualquier cosa que hayamos querido alcanzar en la vida.

Un día, los ratones fueron al almacén de queso, sabían que poco a poco el almacén se estaba quedando sin queso, por lo que no les pilló de sorpresa y fueron en seguida a buscar más queso, sin embargo, los liliputienses no estaban listos para descubrir que no había queso, por lo que, se quedaron indecisos y sin saber qué hacer y volvieron a sus casas desanimados y hambrientos, volvieron al almacén al día siguiente, pero el queso seguía sin estar ahí y Haw propuso ir a buscar nuevo queso, pero Hem se negó, ya que dijo que él tenía derecho al queso. Mientras esto pasaba, los ratones habían conseguido llegar al nuevo depósito de queso. Al poco tiempo, Haw se dio cuenta de que ese cambio no le habría pillado desprevenido si hubiera estado más alerta, y más adelante fue superando, poco a poco, sus miedos, adentrándose en el laberinto, al poco tiempo encontró el depósito de queso nuevo, pero también se había agotado, y cayó en la cuenta de que, si hubiera llegado antes, habría podido comer queso.

Se llevó buscando unos días hasta que se encontró, por fin, el depósito lleno de queso, en el que estaban los ratones, y pensó en avisar a Hem, pero como ya lo había estado intentando antes, decidió esperar a que él eligiera su camino. Para evitar que el cambio volviera a pillarle desprevenido, Haw estuvo atento a cómo se iba agotando el queso y, fue saliendo del camino para comprobar nuevos caminos por si se agotaba nuevamente el queso y no aislarse en su zona de confort.
Lo cierto es que este pequeño relato te hace reflexionar, te hace caer en la conclusión de que, si no reaccionas y actúas, vas a perder lo que podías haber ganado, o, simplemente, te pierdes cosas que podías haber logrado perdiendo el miedo a los cambios y explorando un poco. Lo cierto es que yo a veces actúo un poco como Hem, me quedo en mi zona de confort, por miedo a actuar, por miedo a los cambios que mis acciones puedan ocasionar en mi vida, o, simplemente, por orgullo, y pierdo cosas y personas que me importan. Estoy tratando de cambiar, y lo cierto es que, poco a poco lo voy consiguiendo, como hacía Haw. ¿A cuántas personas hemos perdido por no tragarnos el orgullo y pedirles perdón o hablar las cosas?
¿Cuántas oportunidades importantes por no haber reaccionado a tiempo?
En esta vida, siguiendo la metáfora, hay que reaccionar y buscar el queso, sin esperar a que venga hacia ti, porque eso no va a ocurrir. Y hay que saber cuando el queso se está quedando viejo o cuando se está acabando para buscar más con rapidez.

Lo cierto es que el relato me ha motivado a cambiar mi actitud de Hem. ¡BUSQUEMOS EL QUESO!









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